Pasan los días, y aún no veo un atisbo de resignación por tu partida. No hay día en que no te recuerde, ni deje de pensar en ti. Han sido días muy duros y aunque hemos buscado un poco de tranquilidad, en todos los lugares que hemos visitado, tu recuerdo y compañía te traen a nuestra memoria. Nuestra hija sufre aunque no me lo diga. Lo veo en su mirada. En su forma de actuar. Perdimos la naturalidad de existir. Todo debe tener una razón. Todo debe ser con mucho cuidado de no causar más dolor del que hasta ahora hemos sentido. La mamá también mantiene un dolor inmenso, me lo ha dicho. También lo veo en su mirada. Todos te recordamos con mucho Amor y ternura, Alegría a veces; cuando nos acordamos de las anécdotas que vivimos juntos. El tiempo pasa volando y he dejado pasar más días para escribir en tiempo pasado. No quiero adelantarme a lo que siento. Prefiero escribir sobre lo vivido y no proyectando nada en absoluto. Solo quiero tu ayuda para orientar a nuestra Hija para vivir con el dolor. Hace unos días leí algo que escribió: «por qué te fuiste», «Te extraño mamá». Se me partió el alma. No quiero verla sufrir. No quiero que me diga que no le pasa nada, cuando sé que le están pasando cosas. Sé que no quiere hacerme sufrir ni que sienta más preocupación por ella. Siento Miedo. Miedo de no ser capaz de leer con claridad las señales del presente. Las señales que me da. Enséñame cómo. Guíame. No nos dejes mas solos.
Te extrañamos.